HISTORIA DE SAN PEDRO QUIATONI.

INICIO DE UNA NUEVA RELIGIÓN

Respecto a la religión, según cuentan nuestros antepasados, era idólatra; esto es, se rendía culto a diversos dioses. Para ellos fue muy difícil cambiar sus creencias, pues con la llegada del catolicismo, tenían que buscar una imagen que representara al pueblo y construir un templo, el cual edificaron de manera sencilla. Obligados por los frailes, tuvieron que elegir al santo patrón, por decisión de la mayoría se decidió que fuese San Pedro; además, querían que se hiciera en la población y a la vista de todos, como ignoraban de qué material se tenía que elaborar, recurrieron a sus creencias. Cuando ellos ignoraban algo o no podían resolver algún asunto, tenían por costumbre acudir de inmediato al sistema calendárico astronómico; así lo hicieron en esta ocasión, obteniendo como resultado que debían buscar el material por medio de maíz, utilizándolos como péndulo, práctica que ellos conocían muy bien; ésta les indicó un rumbo hacia el cerro de Quiatoni y, al llegar a la cumbre, el maíz se dirigía a un árbol grande. –Dijeron: éste es el árbol indicado, hay que cortarlo,- cortaron el árbol, el cual lleva por nombre en zapoteco “GIAH GAÑ” Obtuvieron el trozo que requerían y lo trasladaron al pueblo; enseguida, buscaron un maestro escultor; tardaron para conseguirlo, de manera que cuando llega el escultor el trozo de madera ya estaba retoñando; sin embargo, se hizo la imagen y bendecida por el párroco, se colocó frente al altar, pero con el correr del tiempo, cambiaron al párroco, y al llegar el nuevo dijo: -esta imagen no tiene la fisonomía de San Pedro si no de San Pablo- hay que cambiarlo, y se compró la imagen de San Pedro. De esta manera se hizo el cambio, pero cuando el sacerdote estaba haciendo esta modificación, se produjo un temblor muy fuerte; desde entonces en el altar mayor hay tres imágenes: San Pedro, al centro; la Virgen del Rosario, a la derecha y San Pablo, a la izquierda.

 

En el siglo XVIII se produjo un milagro atribuido a la virgen del Rosario: cuando viajaban José M. Arenas con su hijo Juan M. Arenas montados en su caballo, al llegar a un lugar ya cerca de la población donde el camino pasaba al bordo de un peñasco, lugar que está encantado, se rodaron con caballo y todo; sin embargo, salieron ilesos, pues en dicho lugar se les apareció la virgen como símbolo de protección; dicho lugar se localiza a 1.5 kilómetros. de la población hacia el lado norte. Al llegar al pueblo, fueron al templo en busca de la imagen de la virgen para darle las gracias y, como eran forasteros, se fueron pero cuando volvieron, trajeron un testimonio de la virgen por su milagro, aún se recuerda este hecho que ocurrió el día 6 de Mayo de 1843.

El párroco que estaba en aquel entonces, reconoció el milagro; ordenando que se colocara la Virgen al centro, San Pedro a la derecha y San Pablo a la izquierda. También dispuso que se hiciera su fiesta, venerándola el 7 de octubre de cada año por los mayordomos del templo católico.